llamado el Rey Sol, Luis XIV representa el cenit del absolutismo francés, sintetizado en su famosa frase: “el Estado soy yo”. Su reinado de 72 años, el más largo de la historia, consolidó a Francia como la primera potencia europea de su tiempo. Destacó sobre todo por su hábil actividad diplomática, que aportó nuevos aliados al reino y logró la obediencia de la díscola nobleza francesa. Sus numerosas guerras engrandecieron el país, aunque supusieron una gran carga económica que, junto con la construcción de suntuosos palacios como el de Versalles, acabaría por provocar la caída del absolutismo que tanto se había esforzado en consolidar.